Esto que a continuación les muestro se me ha echo muy interesante; a mí siempre me han interesado estas cosas de la historia pero nunca había sabido muy a fondo de la vida de Lincoln. Empecemos.

La sífilis, introducida por Colón a Europa, explica los casos de muchos personajes más que oscilaron entre una brillante creatividad y un mundo de perversión, enfermedad, locura y muerte. Muchos grandes compositores fueron sus víctimas: Ludwing van Bethoven (1770-1827), Franz Peter Schubert (1797-1828) y Robert Schumann (1810-1856). Varios filósofos literarios la padecieron y a ella se deben muchas de sus visiones artísticas: Charles Baudelaire (1821-1880), Gur de Maupassant (1850-1893), Friedrich Nietzsche (1884-1900), Oscar Wilde (1854-1900) y James Joyce (1882-1941). Agreguemos, además, a un pintor, Vincent van Gogh (1853-1890), y al tirano Adolfo Hitler (1889-1945). La mitad oscura de todos ellos es conocida pues salió a flote en episodios muy connotados, como el deceso prematuro de Schubert, las visiones y el suicidio de Schumann y la automutilación de Van Gogh.
Hay también un caso del que se sabe muy poco, quizá porque afligió a una figura histórica en apariencia intachable que hoy por hoy es sinónimo de la libertad, la procuración de la justicia y la lucha en pro de los derechos humanos: Abraham Lincoln (1809-1865), presidente de Estados Unidos, responsable de la abolición de la esclavitud y triunfador en la guerra civil de se país o Guerra de Secesión (1861-1865). El problema no fue exclusivo de él, sino también de su esposa, la peculiar Mary Todd (1818-1882).Se casaron en 1842 y procrearon cuatro hijos, aunque solo uno de ellos llegó a la edad adulta. Juntos vivieron la guerra y la reelección de Lincoln para un segundo mandato, que duró apenas unos meses, antes de que el fuera asesinado durante una función de teatro, por John Wilkes, el 14 de abril de 1865. Cuando enviudó, Mary Todd pasó una temporada en Europa y luego fijó su residencia en Chicago, donde empezó a dar muestras de una conducta muy extraña: salía a la calle con dinero y talones que se prendía en el vestido, y realizaba compras irracionables e injustificadas: decenas de cortinas (aunque no tuviera una casa por amueblar) y un ciento de pares de guantes para niños, en el transcurso de un mes. En 1875, a raíz de un incidente sin importancia, acusó a su hijo Robert de quererla asesinar y éste optó por consignarla a las autoridades para impedir que, por andar sola, estuviera en peligro.
Las autoridades decidieron remitirla a un sanatorio estatal para enfermos mentales, donde sus delirios alcanzaban grados cada vez más alarmantes.
Tenía complejos de persecución y se le aparecía el aspectro de un indio piel roja que le quitaba y le volvía a poner el cuero cabelludo. Pasó casi el resto de su vida en instituciones de este tipo aquejada de otros males físicos; fue dada de alta, pero murió al poco tiempo, el 15 de julio de 1882. Ninguno de sus médicos tratantes se atrevió a llamar su cuadro clínico con el nombre que le correspondía: sífilis, diagnóstico propuesto en 1999 por Norbert Hirshhorn y Robert Feldman.
La búsqueda en los archivos de su época arroja datos muy interesantes. De acuerdo con William Herndon, biógrafo y amigo de Lincoln, éste le había confesado que entre 1835-1837, poseído por una diabólica pasión, tuvo relaciones sexuales con una mujer (Ann Rutledge) y quedó infectado. Aunque mantuvo su padecimiento en la máxima reserva, las evidencias indican que buscó ayuda médica en más de una ocasión. La visible mala salud de Lincoln solía tribuirse a otras enfermedades menos vergonzosas, pero hoy se sabe que muy probablemente contagió a su esposa y provocó la muerte prematura de tres de sus hijos. Varios observaciones circunstanciales completan el cuadro: Lincoln presentaba brutales accesos de furia que contrastaban con una profunda depresión, hablaba solo de modo “loco e incoherente” y sufría malestares constantes como fiebre, decaimiento y dolores de cabeza. El mal podría explicar la penosa visión que tenía sobre su propia vida: “Soy el hobre más infeliz de la Tierra. Si lo que siento se repartiera de manera igualitaria a toda la familia humana, no habría un solo rostro feliz en la Tierra”.
Hay una forma muy sencilla de comprobar si Lincoln padecía la enfermedad. El Museo Nacional de Salud y Ciencias Médicas de Washington, Estados Unidos, conserva muestras de su cabello y huesos, también guarda fragmentos de su camisa que se manchó con su sangre durante el atentado que le costó la vida. Bastaría con someter parte de esas muestras a un análisis de ADN y verificar la presencia de sífilis. La sociedad estadounidense, sin embargo, muestra grandes resistencias para aceptar lo que parece una verdad inequívoca. El escritor Gore Vidal, quien ha sido objeto de críticas y ataques tras sus revelaciones en ese sentido, considera que es momento de abordar la figura desde una perspectiva más realista y poner fin a la imagen inexpugnable del Monte Rushmore.
¿Cómo ven? Yo preferiría que me dijeran las verdad y no quedarme con la duda toda mi vida, ustedes ¿actuarían como los estadounidenses o preferirían saber la verdad?